lunes, 18 de febrero de 2013

MAMÁ


¡POBRA MAMÁ!

El pasado ocho de febrero llegó a las pantallas españolas “Mamá”, una coproducción hispano-canadiense avalada por la firma de Guillermo del Toro como productor ejecutivo. Los amantes del género de terror aguardábamos ansiosamente este estreno, con la esperanza de que los logros alcanzados por del Toro como director de El espinazo del diablo (2001) o El laberinto del fauno (2006) se repitieran en Mamá. Niñas abandonadas y presencias extrañas resultaban un punto de partida más que atractivo; además, desde el primer minuto, los sustos se sucedían partiendo de elementos clásicos del género: puertas, escaleras, ruidos… La atmósfera estaba perfectamente construida pero a los veinte minutos el guion ya hacía aguas.

A pesar de los maravillosos efectos especiales que podemos encontrar en el cine moderno, el guion sigue siendo el cimiento, la base de una buena película, y esto es lo que falla en “Mamá”.  El director, Andy Muschietti, en su primer largometraje conocido, utiliza una técnica canónica y perfecta, propia del mejor y más clásico cine de terror, pero la historia pierde todo su interés a los diez minutos de metraje, se descubre tópica, sin coordenadas y, lo peor de todo, previsible.

¿Quién no piensa en la médium de Poltergeist cuando ve a la encargada del archivo? ¿A quién no le viene a la cabeza la parejita de niñas horrorosas de El resplandor cuando aparecen Victoria y Lili? ¿No vemos a la Samara de The ring en la presencia de “mamá”? En síntesis, ninguno de los personajes resulta original y esto contribuye a crear la sensación de que esta película ya la hemos visto muchas veces.

Mamá no pasa de ser una película comercial dirigida a un público poco exigente. Asusta poco, carece de intriga y, finalmente, termina por aburrir. Mamá, tengo que decírtelo: me has decepcionado.
 
 

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